Estar loco es no tener un lugar donde guardar los pensamientos

domingo, 7 de junio de 2009

André Rieu

Nacido en Maastricht, 1 de octubre de 1949.

Violinista y director de orquesta Neerlandés.Es famoso por revivir el vals y por sus muchas grabaciones con la «Orquesta Johan Strauss». Inició su carrera musical siendo niño y perteneció a diversas orquestas hasta que en 1987 fundó la suya propia, con el nombre holandés de «Johann Strauss Orkest» y a partir del año siguiente empezó su fulgurante carrera de éxitos por todo el mundo, comenzando por su propia patria, y convirtiéndose en una de las grandes estrellas de la música a nivel de los más prestigiosos divos del pop o del rock, al tiempo que ganó multitud de adeptos y aficionados a la música de calidad.

Con su característico estilo de difundir la música clásica, que otrora parecía reservada a las clases de élite o acomodadas, André decidió ponerla al servicio de un público joven y en aquellos lugares que dichos jóvenes suelen frecuentar, tales como plazas públicas, estadios deportivos u otros, bien sean de ocio o culturales. Y lo consiguió con gran éxito, pues ganó diversos premios como el top 10 o el 100, este último ostentando un número uno.

El violín que usa en la actualidad es un Stradivarius construido en 1667 por este famoso luthier.1

 

INFO WIKIPEDIA

André Rieu

Regendo trechos de Rigoletto, Traviata, Carmen, Aida e mais ...




domingo, 19 de abril de 2009

Goran's Lullaby

Canción de cuna, originalmente "Uspavanka za Radmila M." Interpretada en directo en Plovdiv

jueves, 9 de abril de 2009

domingo, 29 de marzo de 2009

EDERLEZI: El odio, la esperanza y la tristeza juntas en un tema

El 6 de mayo se celebra, según el calendario ortodoxo, el día de San Jorge, "Djorge Dan" es una de las más importantes fiestas del pueblo ortodoxo, el mito de San Jorge, que logra vencer al dragón, se vincula en el folclore serbio con la primavera. Porque con su victoria, San Jorge libera los manantiales de los que el dragón se había adueñado. Junto con las aguas de esas fuentes, el Santo devuelve a la gente la humedad vivificante de la que depende el revivir primaveral de la naturaleza. Como señal de que el santo ha vencido al dragón, se consideran las lluvias primaverales. Por lo cual hay una creencia según la cual si llueve el Día de San Jorge, cada gota de esa lluvia es valiosa como una moneda de oro.-
El folclor enaltece justamente este aspecto del triunfo de San Jorge. Esta creencia es argumento de muchos cuentos y de muchas canciones. Según la mitología popular, el propio santo empieza su fiesta con un recorrido primaveral por los campos. Al salir al campo, se percata que los sembradíos de primavera aun no han crecido, y que los campos se ven vacíos. Pero tan pronto como San Jorge los recorre, estos reviven rápido y germinan. Por lo tanto, dicen las canciones folklóricas que San Jorge se va al campo enfadado, pero vuelve alegre y contento. Y es por eso que muchas de las canciones traducen la alegría por el verdor primaveral que se da por el día de San Jorge infundiendo mucha alegría a los humanos.-
El primer rito con que la gente recibe la fiesta de San Jorge es el trenzado de coronas verdes. Además de las ramitas, en las coronas se enlaza geranio verde que es símbolo de la salud. De los humanos y también de los animales domésticos, y del ganado. Y en especial, de los lindos y simpáticos corderitos, cada uno de los cuales recibe este día una corona especial. Acto seguido, el sacerdote del pueblo bendice a los seres vivientes. Para pasar luego al almuerzo festivo en que campean un cordero asado, la primera leche ordeñada este día, y queso fresco. Todos estos ritos festivos, los de los rebaños y el pastor, de los campos ya verdes y de los labradores, aparecen descritos también en relieves especialmente hechos que se ven sobre los panes rituales de San Jorge. Estos se preparan de la mejor harina, y simbolizan los campos y la abundante cosecha, que va a llenar no uno ni dos sino nueve carros, según se canta en el día de San Jorge. Pancitos rituales especiales se preparan para los pastores y sus rebaños. Los grandes panes ornamentados con esos dibujos campearán en la opípara mesa de la aldea entera.
El día de San Jorge es una de las fiestas que congregan en una gran mesa común a todos los vecinos del pueblo. Además de la prosperidad económica, en esta mesa de toda la aldea es bendecido ritualmente también el bienestar familiar.-
Justo el día de San Jorge las mujeres jóvenes que se han casado en el invierno pasado, se quitan por primera vez el velo de novias para reemplazarlo por la toca de mujeres casadas. Así reciben su primera consagración sui generis en la vida familiar y así termina su paulatina transición a la nueva vida familiar. Por eso, uno de los rituales del día de San Jorge, que pudiera parecer un tanto extraño, consiste en tirarles trocitos de queso blanco a las jóvenes casadas en los meses pasados. Es un rito para bendecirlas a que tengan y críen muchos hijos. Con ello concluye el circulo del principal voto ritual del Día de San Jorge: a que todo sea abundante: desde el verdor aun tímido de la próxima cosecha hasta la familia misma.-
Ederlezi era una canción que hacía referencia a una "Slava" (celebración religiosa que hace que todos visiten a la persona que ese día celebra su santo). El gitano de esta canción celebra su slava pero no tiene plata para el cordero que desea ofrecerle a los que vengan a saludarlo, y por eso encuentra algo deprimido. La canción es un poquito triste, pero sabemos que en la vida hay momentos tristes, que por su intensidad no los olvidamos y aún pese a ser tristes no nos arrepentimos de ellos.
Goran Bregovic, es el autor de este hermoso tema :


El tiempo de los gitanos (en serbio Dom za vesanje, literalmente Casa para colgar) es una película Emir Kusturica. La película se centra en la vida de Perhan, un gitano adolescente con poderes telequinéticos, que vive una trágica aventura al salir de su pobreza teniendo éxito como gángster. La banda sonora es de Goran Bregovic, aunque en gran medida se trata simplemente de un reciclaje de música folclórica gitana. La canción Ederlezi aparece en numerosas escenas de la película, incluyendo la más espectacular e imperdible en donde los gitanos festejan el día de San Jorge.-
Los cíngaros o gitanos llaman al día de San Jorge Djordje dan.-
Ederlezi es una combinación de los nombres de dos profetas:
  • Hidir o Eder: guardián de los animales, gente pobre y otorgador de abundancia
  • Ilias o Elezi: agua, animales y salud, quienes se reunieron en San Jorge para reestablecer la naturaleza.
Ederlezi es la versión Turca de San Jorge (Trabajador de la tierra) quien da fertilidad, bendice el agua, los animales y las plantas.
Ederlezi es una celebración de la naturaleza en Asia Central y Turquía, que es parte de su cultura antes del Islam.-

sábado, 28 de marzo de 2009

Chic Lit ¿ Nuevas Susy?

Hoy leía publicado en el diario una nota sobre un género literario de novela romántica en auge entre mujeres de 20 a 30 años denominado Chic Lit
Chick equivale a chica y Lit hace referencia a literatura.
En Wikipedia podemos leer que estás novelas atraen por su frescura y su forma de encarar ciertos temas tabú. El género surgió, ya que no fue exactamente una creación, a partir del libro Confesiones de una sociópata y escaladora social: Crónicas de Katya Livingston escrito por Sue Townsend inspirando los diarios de Adrian Mole a mediados de la década de los años noventa.
Sex and de city , como también películas como El Diario de Bridget Jones están basada en este tipo de genero literario.
Las antiguas damiselas en apuros son sustituidas por mujeres jóvenes, independientes, trabajadoras, glamorosas, solteras y deseosas de encontrar el amor de su vida, las cuales lidian diariamente con los problemas y el estrés que surge de conjugar simultáneamente el área laboral con vida personal a la vez que buscan la pareja sentimental soñada. Los caballeros andantes son sustituidos por hombres de negocios o profesionistas que no dudan en presentar su lado sensible y tierno siendo un modelo masculino más acorde a la época actual. Normalmente están ambientadas en lugares urbanos como Londres, Nueva York o Dublín.

Esto me recordó por alguna razón una revista de historieta de gran circulación en los 70 Susy secretos del corazón, una historieta romántica e ingenua, empalagosa e indudablemente inverosímiles, pero que servían para adornar las fantasías de las púberes: estas historias de dibujos que rayaban la fotonovela, llegaron a estremecer a unas cuantas.
Las chicas fantaseaban con galanes sensibles que, a través de enredos amorosos al estilo novela rosa, no les rompieran el corazón. De más estaría aclarar que acá el tema era el amor con mayúscula, y que el camino para conquistarlo siempre era difícil, lleno de obstáculos. Los secretos del corazón de las heroínas se despejaban cuando, luego de sufrir, meter la pata o resistirse, encontraban al hombre que el destino les tenía reservado para hacerlas felices. Y si se trataba del amor verdadero con el hombre correcto, la felicidad quedaba misteriosamente garantizada en el cuadro final (beso en primer plano), y a salvo de traiciones y malas sañas.
¿Chic Lit es el nuevo estereotipo de mujer de estos tiempos?
Algunas películas basadas en Chick-Lit

martes, 17 de marzo de 2009

"Es posible volver a empezar una vida, pero no una biblioteca"

Goran Bregovic sigue siendo a los 59 años -los cumple el 22 de este mes- un rebelde. Aunque procede de un territorio convulso en el que abundan las etiquetas nacionalistas (serbios, croatas, bosniacos, kosovares) se considera yugoslavo, una nacionalidad que ya no existe; que sólo permanece en la música y en la memoria. "Si tu país desaparece, descubres que no era algo político ni geográfico, sino emocional. No me siento represente de una nación o un Estado. Sólo represento ese territorio emocional que no tiene nada que ver con la política", asegura en una entrevista realizada el viernes en Cádiz, en víspera del primero de los tres conciertos que dará en España junto a su Banda de Bodas y Funerales (hoy en Madrid, teatro Price; el 18 en Barcelona, en el Palau de la Música).
En Alkohol, su último disco, hay una referencia a esa locura; una frase extraída de una camiseta muy popular en los Balcanes: "Quien no se vuelve loco no es normal". Bregovic no rehúye ningún tema, tampoco el de la guerra. "Creo que conozco a casi todos los criminales de guerra. Conozco a Radovan Karadzic, que antes de la guerra era poeta. Algunos de mis profesores de la Facultad de Filosofía están en La Haya. Eran políticos pequeños que creyeron interpretar personajes históricos. Los seres humanos están condicionados. Si les dejas la oportunidad de convertirse en animales se convertirán en animales. La cultura no nos protege".

En la última película en la que colaboró musicalmente con Emir Kusturica, Underground, se produjo la ruptura entre dos de los artistas serbios más importantes de los últimos años. "Fue realmente difícil. Fue una catarsis. Era una película sobre la guerra cuando aún había guerra. Muchos de los que trabajamos en ella sabíamos que ya habíamos tenido suficiente de él y él, de nosotros. Todos necesitábamos un cambio. Kusturica nunca me pareció interesante como persona. Es un buen artista, quizá el único cineasta que tenemos con un trabajo coherente. La pena es que ya no hace buenas películas porque está solo, aislado. Nadie que esté solo puede hacer una película".

En Underground hay una escena sobre la ruptura de Yugoslavia: cuando un trozo de tierra se desgaja y se aleja flotando. Esa isla volvió por unos días en 2005, cuando Bijelo Dugme, la gran banda de rock de Bregovic, disuelta en los ochenta, dio tres conciertos. "Vendimos 75.000 entradas en Sarajevo y otras 75.000 en Zagreb en un solo día. En Belgrado reunimos a 148.000 personas. Vino gente de todo el mundo, incluso desde Canadá. (...) Con el rock envías violencia al público y el público te devuelve violencia, aunque también se puede llamar energía. En esos conciertos no hubo un solo incidente a pesar de la cantidad de gente que se reunió en lugares tan problemáticos. Observaba desde el escenario cómo todos se preocupan en evitarlos, como si todos quisieran cuidar el momento para que nada lo estropeara. No era sobre musulmanes, croatas o serbios, era sobre personas que sólo querían cantar juntos canciones que todos sabían".

Preguntado por si la música tiene poder para cambiar a la gente, aunque sea por unas horas, responde: "A los artistas occidentales les gusta decir grandes cosas, como que la música puede cambiar el mundo. Vengo de un país comunista y sé dónde está el poder. Aunque trabajo con la misma temperatura que los artistas occidentales, sé que hay un largo camino hasta ser iluminado. Las luces pequeñas ayudan, pero en el fondo no cambian nada".

Una de esas pequeñas luces se la regaló Ernesto Sábato cuando Bregovic acudió a Buenos Aires a dar su primer concierto. "Al llegar al hotel me dieron un sobre que me habían dejado de parte de Sábato. Contenía un libro, Sobre héroes y tumbas, y una carta en la que me pedía disculpas por no acudir al concierto. Me explicaba que mi música le había salvado en momentos de depresión. Lo curioso es que cuando hice el servicio militar en Nis, en la época comunista, robé de la biblioteca del cuartel un ejemplar de ese libro. Lo tuve en mi casa de Sarajevo durante años y lo perdí. Con la guerra perdí todo, también mi biblioteca. Puedes empezar dos veces tu vida, pero no puedes empezar dos veces una biblioteca. Todas las cosas grandes que me han pasado están guiadas por cosas pequeñas que se vuelven grandes, como el libro de Sábato".

"Copio como todos", asegura para defenderse de las acusaciones de sus enemigos. "No soy Dios; es el trabajo de Dios crear. Me llaman compositor porque compongo lo que ya existe. Así ha sido siempre, desde Stravinski, Gershwing, Bono, Lennon... Se trata de un viejo método: tomas algo de tu tradición, robas y dejas atrás cosas para que otros con talento roben también. La cultura es eso, una transformación continua".

Para él, que publicó su primer disco en 1974, la música es un lenguaje anterior a la palabra, y la suya, una mezcla en una zona donde los muy nacionalistas exigen pureza: "Está antes que la palabra, la religión y la política. Siempre cantarás alguna melodía de tus enemigos y siempre escuchas alguna de tus canciones en labios de tus enemigos. Es algo normal. Durante cuatro o cinco siglos fuimos una frontera entre católicos, ortodoxos y musulmanes. Vengo de un sitio donde todo era ya Frankenstein. Cualquier cosa que intentes lleva un Frankenstein dentro. No puedes evitarlo. Si naces en un sitio así sabes que tienes que estar preparado para recibir muchas malas noticias en tu vida", dice Bregovic, hijo de croata y serbia, y marido de una musulmana. Y concluye, "la guerra no es sólo matar gente, quemar casas, la guerra mata una infraestructura cultural, edificada por los hombres con gran dificultad durante mucho tiempo".

Fuente El País

viernes, 13 de marzo de 2009

Espejo


Los espejos están llenos de gente.
Los invisibles nos ven.
Los olvidados nos recuerdan
Cuando nos vemos, los vemos.
Cuando nos vamos ¿ Se van?

domingo, 8 de febrero de 2009

Escribo en el olvido de Juan


Escribo en el olvido
en cada fuego de la noche
cada rostro de ti.
Hay una piedra entonces
donde te acuesto mía,
ninguno la conoce,
he fundado pueblos en tu dulzura,
he sufrido esas cosas,
eres fuera de mí,
me perteneces extranjera.

Juan Gelman

sábado, 31 de enero de 2009

La soledad de América Latina


[Discurso de aceptación del Premio Nobel 1982 -Texto completo]
Gabriel García Márquez
Antonio Pigafetta, un navegante florentino que acompañó a Magallanes en el primer viaje alrededor del mundo, escribió a su paso por nuestra América meridional una crónica rigurosa que sin embargo parece una aventura de la imaginación. Contó que había visto cerdos con el ombligo en el lomo, y unos pájaros sin patas cuyas hembras empollaban en las espaldas del macho, y otros como alcatraces sin lengua cuyos picos parecían una cuchara. Contó que había visto un engendro animal con cabeza y orejas de mula, cuerpo de camello, patas de ciervo y relincho de caballo. Contó que al primer nativo que encontraron en la Patagonia le pusieron enfrente un espejo, y que aquel gigante enardecido perdió el uso de la razón por el pavor de su propia imagen.
Este libro breve y fascinante, en el cual ya se vislumbran los gérmenes de nuestras novelas de hoy, no es ni mucho menos el testimonios más asombroso de nuestra realidad de aquellos tiempos. Los Cronistas de Indias nos legaron otros incontables. Eldorado, nuestro país ilusorio tan codiciado, figuró en mapas numerosos durante largos años, cambiando de lugar y de forma según la fantasía de los cartógrafos. En busca de la fuente de la Eterna Juventud, el mítico Alvar Núñez Cabeza de Vaca exploró durante ocho años el norte de México, en una expedición venática cuyos miembros se comieron unos a otros y sólo llegaron cinco de los 600 que la emprendieron. Uno de los tantos misterios que nunca fueron descifrados, es el de las once mil mulas cargadas con cien libras de oro cada una, que un día salieron del Cuzco para pagar el rescate de Atahualpa y nunca llegaron a su destino. Más tarde, durante la colonia, se vendían en Cartagena de Indias unas gallinas criadas en tierras de aluvión, en cuyas mollejas se encontraban piedrecitas de oro. Este delirio áureo de nuestros fundadores nos persiguió hasta hace poco tiempo. Apenas en el siglo pasado la misión alemana de estudiar la construcción de un ferrocarril interoceánico en el istmo de Panamá, concluyó que el proyecto era viable con la condición de que los rieles no se hicieran de hierro, que era un metal escaso en la región, sino que se hicieran de oro.
La independencia del dominio español no nos puso a salvo de la demencia. El general Antonio López de Santana, que fue tres veces dictador de México, hizo enterrar con funerales magníficos la pierna derecha que había perdido en la llamada Guerra de los Pasteles. El general García Moreno gobernó al Ecuador durante 16 años como un monarca absoluto, y su cadáver fue velado con su uniforme de gala y su coraza de condecoraciones sentado en la silla presidencial. El general Maximiliano Hernández Martínez, el déspota teósofo de El Salvador que hizo exterminar en una matanza bárbara a 30 mil campesinos, había inventado un péndulo para averiguar si los alimentos estaban envenenados, e hizo cubrir con papel rojo el alumbrado público para combatir una epidemia de escarlatina. El monumento al general Francisco Morazán, erigido en la plaza mayor de Tegucigalpa, es en realidad una estatua del mariscal Ney comprada en París en un depósito de esculturas usadas.
Hace once años, uno de los poetas insignes de nuestro tiempo, el chileno Pablo Neruda, iluminó este ámbito con su palabra. En las buenas conciencias de Europa, y a veces también en las malas, han irrumpido desde entonces con más ímpetus que nunca las noticias fantasmales de la América Latina, esa patria inmensa de hombres alucinados y mujeres históricas, cuya terquedad sin fin se confunde con la leyenda. No hemos tenido un instante de sosiego. Un presidente prometeico atrincherado en su palacio en llamas murió peleando solo contra todo un ejército, y dos desastres aéreos sospechosos y nunca esclarecidos segaron la vida de otro de corazón generoso, y la de un militar demócrata que había restaurado la dignidad de su pueblo. En este lapso ha habido 5 guerras y 17 golpes de estado, y surgió un dictador luciferino que en el nombre de Dios lleva a cabo el primer etnocidio de América Latina en nuestro tiempo. Mientras tanto 20 millones de niños latinoamericanos morían antes de cumplir dos años, que son más de cuantos han nacido en Europa occidental desde 1970. Los desaparecidos por motivos de la represión son casi los 120 mil, que es como si hoy no se supiera dónde están todos los habitantes de la ciudad de Upsala. Numerosas mujeres arrestadas encintas dieron a luz en cárceles argentinas, pero aún se ignora el paradero y la identidad de sus hijos, que fueron dados en adopción clandestina o internados en orfanatos por las autoridades militares. Por no querer que las cosas siguieran así han muerto cerca de 200 mil mujeres y hombres en todo el continente, y más de 100 mil perecieron en tres pequeños y voluntariosos países de la América Central, Nicaragua, El Salvador y Guatemala. Si esto fuera en los Estados Unidos, la cifra proporcional sería de un millón 600 mil muertes violentas en cuatro años.
De Chile, país de tradiciones hospitalarias, ha huido un millón de personas: el 10 por ciento de su población. El Uruguay, una nación minúscula de dos y medio millones de habitantes que se consideraba como el país más civilizado del continente, ha perdido en el destierro a uno de cada cinco ciudadanos. La guerra civil en El Salvador ha causado desde 1979 casi un refugiado cada 20 minutos. El país que se pudiera hacer con todos los exiliados y emigrados forzosos de América latina, tendría una población más numerosa que Noruega.
Me atrevo a pensar que es esta realidad descomunal, y no sólo su expresión literaria, la que este año ha merecido la atención de la Academia Sueca de la Letras. Una realidad que no es la del papel, sino que vive con nosotros y determina cada instante de nuestras incontables muertes cotidianas, y que sustenta un manantial de creación insaciable, pleno de desdicha y de belleza, del cual éste colombiano errante y nostálgico no es más que una cifra más señalada por la suerte. Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.
Pues si estas dificultades nos entorpecen a nosotros, que somos de su esencia, no es difícil entender que los talentos racionales de este lado del mundo, extasiados en la contemplación de sus propias culturas, se hayan quedado sin un método válido para interpretarnos. Es comprensible que insistan en medirnos con la misma vara con que se miden a sí mismos, sin recordar que los estragos de la vida no son iguales para todos, y que la búsqueda de la identidad propia es tan ardua y sangrienta para nosotros como lo fue para ellos. La interpretación de nuestra realidad con esquemas ajenos sólo contribuye a hacernos cada vez más desconocidos, cada vez menos libres, cada vez más solitarios. Tal vez la Europa venerable sería más comprensiva si tratara de vernos en su propio pasado. Si recordara que Londres necesitó 300 años para construir su primera muralla y otros 300 para tener un obispo, que Roma se debatió en las tinieblas de incertidumbre durante 20 siglos antes de que un rey etrusco la implantara en la historia, y que aún en el siglo XVI los pacíficos suizos de hoy, que nos deleitan con sus quesos mansos y sus relojes impávidos, ensangrentaron a Europa con soldados de fortuna. Aún en el apogeo del Renacimiento, 12 mil lansquenetes a sueldo de los ejércitos imperiales saquearon y devastaron a Roma, y pasaron a cuchillo a ocho mil de sus habitantes.
No pretendo encarnar las ilusiones de Tonio Kröger, cuyos sueños de unión entre un norte casto y un sur apasionado exaltaba Thomas Mann hace 53 años en este lugar. Pero creo que los europeos de espíritu clarificador, los que luchan también aquí por una patria grande más humana y más justa, podrían ayudarnos mejor si revisaran a fondo su manera de vernos. La solidaridad con nuestros sueños no nos haría sentir menos solos, mientras no se concrete con actos de respaldo legítimo a los pueblos que asuman la ilusión de tener una vida propia en el reparto del mundo.
América Latina no quiere ni tiene por qué ser un alfil sin albedrío, ni tiene nada de quimérico que sus designios de independencia y originalidad se conviertan en una aspiración occidental.
No obstante, los progresos de la navegación que han reducido tantas distancias entre nuestras Américas y Europa, parecen haber aumentado en cambio nuestra distancia cultural. ¿Por qué la originalidad que se nos admite sin reservas en la literatura se nos niega con toda clase de suspicacias en nuestras tentativas tan difíciles de cambio social? ¿Por qué pensar que la justicia social que los europeos de avanzada tratan de imponer en sus países no puede ser también un objetivo latinoamericano con métodos distintos en condiciones diferentes? No: la violencia y el dolor desmesurados de nuestra historia son el resultado de injusticias seculares y amarguras sin cuento, y no una confabulación urdida a 3 mil leguas de nuestra casa. Pero muchos dirigentes y pensadores europeos lo han creído, con el infantilismo de los abuelos que olvidaron las locuras fructíferas de su juventud, como si no fuera posible otro destino que vivir a merced de los dos grandes dueños del mundo. Este es, amigos, el tamaño de nuestra soledad.
Sin embargo, frente a la opresión, el saqueo y el abandono, nuestra respuesta es la vida. Ni los diluvios ni las pestes, ni las hambrunas ni los cataclismos, ni siquiera las guerras eternas a través de los siglos y los siglos han conseguido reducir la ventaja tenaz de la vida sobre la muerte. Una ventaja que aumenta y se acelera: cada año hay 74 millones más de nacimientos que de defunciones, una cantidad de vivos nuevos como para aumentar siete veces cada año la población de Nueva York. La mayoría de ellos nacen en los países con menos recursos, y entre éstos, por supuesto, los de América Latina. En cambio, los países más prósperos han logrado acumular suficiente poder de destrucción como para aniquilar cien veces no sólo a todos los seres humanos que han existido hasta hoy, sino la totalidad de los seres vivos que han pasado por este planeta de infortunios.
Un día como el de hoy, mi maestro William Faullkner dijo en este lugar: "Me niego a admitir el fin del hombre". No me sentiría digno de ocupar este sitio que fue suyo si no tuviera la conciencia plena de que por primera vez desde los orígenes de la humanidad, el desastre colosal que él se negaba a admitir hace 32 años es ahora nada más que una simple posibilidad científica. Ante esta realidad sobrecogedora que a través de todo el tiempo humano debió de parecer una utopía, los inventores de fábulas que todo lo creemos, nos sentimos con el derecho de creer que todavía no es demasiado tarde para emprender la creación de la utopía contraria. Una nueva y arrasadora utopía de la vida, donde nadie pueda decidir por otros hasta la forma de morir, donde de veras sea cierto el amor y sea posible la felicidad, y donde las estirpes condenadas a cien años de soledad tengan por fin y para siempre una segunda oportunidad sobre la tierra.
Agradezco a la Academia de Letras de Suecia el que me haya distinguido con un premio que me coloca junto a muchos de quienes orientaron y enriquecieron mis años de lector y de cotidiano celebrante de ese delirio sin apelación que es el oficio de escribir. Sus nombres y sus obras se me presentan hoy como sombras tutelares, pero también como el compromiso, a menudo agobiante, que se adquiere con este honor. Un duro honor que en ellos me pareció de simple justicia, pero que en mí entiendo como una más de esas lecciones con las que suele sorprendernos el destino, y que hacen más evidente nuestra condición de juguetes de un azar indescifrable, cuya única y desoladora recompensa, suelen ser, la mayoría de las veces, la incomprensión y el olvido.
Es por ello apenas natural que me interrogara, allá en ese trasfondo secreto en donde solemos trasegar con las verdades más esenciales que conforman nuestra identidad, cuál ha sido el sustento constante de mi obra, qué pudo haber llamado la atención de una manera tan comprometedora a este tribunal de árbitros tan severos. Confieso sin falsas modestias que no me ha sido fácil encontrar la razón, pero quiero creer que ha sido la misma que yo hubiera deseado. Quiero creer, amigos, que este es, una vez más, un homenaje que se rinde a la poesía. A la poesía por cuya virtud el inventario abrumador de las naves que numeró en su Iliada el viejo Homero está visitado por un viento que las empuja a navegar con su presteza intemporal y alucinada. La poesía que sostiene, en el delgado andamiaje de los tercetos del Dante, toda la fábrica densa y colosal de la Edad Media. La poesía que con tan milagrosa totalidad rescata a nuestra América en las Alturas de Machu Pichu de Pablo Neruda el grande, el más grande, y donde destilan su tristeza milenaria nuestros mejores sueños sin salida. La poesía, en fin, esa energía secreta de la vida cotidiana, que cuece los garbanzos en la cocina, y contagia el amor y repite las imágenes en los espejos.
En cada línea que escribo trato siempre, con mayor o menor fortuna, de invocar los espíritus esquivos de la poesía, y trato de dejar en cada palabra el testimonio de mi devoción por sus virtudes de adivinación, y por su permanente victoria contra los sordos poderes de la muerte. El premio que acabo de recibir lo entiendo, con toda humildad, como la consoladora revelación de que mi intento no ha sido en vano. Es por eso que invito a todos ustedes a brindar por lo que un gran poeta de nuestras Américas, Luis Cardoza y Aragón, ha definido como la única prueba concreta de la existencia del hombre: la poesía. Muchas gracias.

viernes, 9 de enero de 2009


Las personas creyeron una vez que cuando alguien muere, un cuervo lleva su alma a la tierra de los muertos. Pero a veces, algo tan terrible pasa que el alma carga con una terrible tristeza y no puede descansar. Entonces a veces, solo a veces, el cuervo puede traer esa alma de vuelta, para arreglar las cosas.

Sarah en The Crow(1992).

¡Ayúdame a mirar!


Sofia no conocía la mar... Juan Kovadloff, su hermano, la llevó a descubrirla...Viajaron al sur... Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando.Cuando Sofia alcanzó por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos .Y fue tanta la intensidad de la mar, tanto su fulgor, que ella quedó muda de hermosura.Cuando por fin consiguió hablar, temblando,tartamudeando pidió a su hermano:-¡Ayúdame a mirar!

de EDUARDO GALEANO (El libro de los abrazos)

Cuando te acuerdes de mí

Cuando te acuerdes de mí
Echale un suspiro al viento
Y mandame un sentimiento
Que me hable un poco de ti
Tarareame la cancion
Que mas te vibre en el pecho
Y dale un trago derecho
De recuerdo al corazon.
Cuando te acuerdes de mí
Que Dios bendiga tu mente
Y te ayude en el presente
El pasado que te di
Yo te recuerdo tambien
De una forma tan bonita
Que por nada se me quita
El vivir pensando en ti.
Siempre, siempre vienes a mí pensamiento
Cuando el tiempo es demasiado lento
Pienso en ti, solo en ti .
Eres, el refugio donde me gusta esconderme
El lugar donde mi sentimiento
duerme junto a ti, junto a ti
Siempre, siempre vienes a mi pensamiento
Cuando el tiempo es demasiado lento
Pienso en ti, solo en ti
Cuando te acuerdes de mí

M.A.Solis




El otro lado de la vía


La clínica queda en Quilmes, pero del otro lado de la vía.
Quilmes Oeste, cuando yo era chica, era otro mundo. Vivir del otro lado de la vía era ser diferente, tener otras costumbres, otros ritos, como ser de otro club.Mi madre lentamente fue trasladándose al otro lado de la vía. Sus confusiones empezaron hace años, los reemplazos de una palabra por otra fueron llegando como gotas, una tras otra. Sus esfuerzos por retener una idea terminaban irritándola.
La veía luchar contra ese vacío que se le plantaba en la cabeza como una semilla maligna. El vacío crecía desmadejado en esa mente que despacio, sin tregua, se enredaba con imágenes de diferentes épocas de su vida. Hace unas semanas un ataque la mantuvo hablando sin parar días y noches enteras.Allí estaban, delante de sus ojos, invisibles para mí pero carnales y evidentes para ella, sus hermanos, su padre, su casa de la infancia. Estaba internada en una clínica común, a la que van los enfermos que deben guardar cama.La gente loca no es bien recibida en esas clínicas. Altera al resto. La habían atado a la cama y habían levantado las barandas. Ella las empujaba y me decía: “Estamos detenidas porque vos no sabés conducir”. Mi madre nunca fue muy piadosa conmigo, de modo que no me extrañó que atribuyera su estado a mi falta.
Eso somos las mujeres, después de todo. Lo que no tenemos, lo que no sabemos, incluso lo que no perdimos.
El brote se extendió y fue tan arrasador que muy pronto la derivaron a la clínica que está del otro lado de la vía. Un lugar apacible en el que los enfermos no guardan cama, y tampoco sabría decir si guardan algo.
¿Qué es la locura? ¿Dónde queda ese otro lado, ese revés de la trama que estampa la locura en los ojos de quienes la padecen? ¿Por qué los locos parecen guantes dados vuelta, como decíamos los jóvenes de ayer?
Un guante dado vuelta no puede esconder nada: el guante dado vuelta exhibe la obscenidad de su interior, la forma tosca de sus costuras.
Todo lo que los cuerdos callamos, lo que velamos, lo que suavizamos, lo que pretextamos, lo que disimulamos, ellos lo muestran. La enfermedad los priva de los escondites y de las estructuras.
Fluyen, ahí, casamientos y velorios, muertes y nacimientos, amores y dolores, ternura y ferocidad, la carne viva de los sentimientos, de lo que no se pudo digerir, lo que quedó atascado en una historia, la horrenda y apabullante debilidad de alguien que soltó las riendas y sigue viviendo como un caballo desbocado, asomado al vértigo de sí mismo.
Hoy llegué a la visita media hora antes. Pedí permiso porque tenía que ir a trabajar. Estaban todos cantando. A coro. Cantaban una canción de amor. Tenían puestas unas cintitas rojas en el cuello, como un mínimo vestuario de coristas extraviados que sin embargo perseguían la nota exacta. Mi madre estaba sentada y aplaudía.
Ella nunca cantó. Ni cantó ni bailó. Esta tarde estaba sentada y sonreía, mientras sus actuales compañeros de ruta disfrutaban ese rato previo a las visitas. Mi madre siempre se ocupó de su casa.
Su casa fue su reparo pero también, sospecho, la baranda que la separó del mundo, la que la dejó detenida, aunque fue ella, ciertamente, la que no aprendió a conducir. Pienso en la que ella era, antes, cuando todavía la enfermedad no había asestado semejante puñalada en su centro. Fue una mujer compleja con una vida simple.
Una mujer plegada que debe haber querido desplegarse. Cuando me vio, hoy a la tarde, llegar de improviso, me hizo señas para que me sentara a su lado a escuchar al coro. Mientras las dos aplaudíamos la segunda canción, acercó su cara a mi oído y me dijo: “A mí me hubiese gustado ir a la luna”.Cuando uno se familiariza un poco con la locura, no es tan difícil escuchar sus desvíos. “¿Y por qué no fuiste?”, le pregunté. “No me alcanzó la voz”, contestó ella.
Y si me pongo a escribir esto es porque creo que hay un tipo de extravío que es el de mi madre pero no sólo el de ella.
Y en su homenaje, me gustaría dedicar estas líneas a aquellas mujeres que quisieron ir a la luna pero llegaron al otro lado de la vía, a todas esas mujeres de esa generación difícil, tan inconsciente de sus derechos y sus límites, tan encerradas en sus cocinas y en sus mandados y en sus mandatos, a esas mujeres frágiles que adoraron y envidiaron que sus hijas fueran tan diferentes, casi como las hijas de las otras que ellas fueron sin saberlo. A esas mujeres a las que no les alcanzó la voz.

Sandra Russo